La primera visita se encuentra en pleno barrio Gótico, en el patio de la calle Paradís. Son los restos del Templo Augusto (del que puedes aprender más en el Museo de Historia de Barcelona), cuatro columnas que parecen fuera de lugar y que sirven de punto de partida para la siguiente parada: el Parthenon Masriera (calle Bailén 70). Está inspirado en el anterior y su fachada recuerda a un templo de origen griego, pero se levantó a finales del siglo XIX. Ha sido taller artístico, teatro y residencia religiosa. Hoy es uno de los secretos de la ciudad y un enigma para muchos turistas (sólo puede verse el exterior). El siguiente descubrimiento conserva el encanto marinero de las casas bajas de pescadores próximas al mar. Es la Plaza Prim, en el Poblenou, un rincón lleno de tranquilidad y en una zona frecuentada cuando se quiere comer pescado.
